1717 |
Legislatura: 1902-1903 (Cortes de 1901 a 1903) |
Sesión: 11 de abril de 1902 |
Cámara: Congreso de los Diputados |
Discurso / Réplica: Réplica |
Número y páginas del Diario de Sesiones: 8, 143-144 |
Tema: Cumplimiento del Real decreto de 19 de Septiembre de 1901 sobre asociaciones religiosas |
El Sr. Presidente del CONSEJO DE MINISTROS (Sagasta): Pido la palabra.
El Sr. PRESIDENTE: La tiene S. S.
El Sr. Presidente del CONSEJO DE MINISTROS (Sagasta): Cuanto más se discute este asunto, más embrollado aparece, y seguramente no hay motivo para embrollarlo, porque la cosa es clara. El Gobierno sostiene que todas las Asociaciones religiosas que no están concordadas, deben entrar en la ley común. Eso lo he dicho yo hace mucho tiempo y eso lo ha repetido el Gobierno muchas veces, y ése es el principio en que funda el gobierno todas sus resoluciones.
Ya ve el Sr. Álvarez cómo esta doctrina no es la del partido conservador, porque si lo fue algún día, el partido conservador lo ha meditado mejor y hoy no piensa así. Porque yo recuerdo que cuando se discutía precisamente la ley de Asociaciones, el Sr. Villaverde, en nombre del partido conservador, fue a la Comisión a decir que iba en nombre de sus amigos a declarar que las Asociaciones religiosas que no entraban en el Concordato debían entrar en la ley común. [143] Pues bien, este ha sido el principio que sostiene el Gobierno; pero ahora viene una dificultad, ahora se dice: ¿Cuáles son las Asociaciones religiosas concordadas? En opinión del Gobierno son unas, en opinión de la Santa Sede son otras. De modo que el Gobierno español, que la soberanía en España, entiende que el art. 29 excluye todas las Asociaciones religiosas, menos las dos que figuran en el Concordato, y la tercera que no se ha definido, y todas las demás debían entrar, según el Gobierno, en la ley común, debían entrar en la ley de Asociaciones. Pero dice Roma: no; el Gobierno español interpreta mal el artículo 29 del Concordato, porque allí, en el art. 29 del Concordato, no están sólo las Órdenes que se fijan, sino además todas las Órdenes que han recibido de cualquier modo el exequatur de Roma y la autorización del Gobierno español, y me fundo en estas y estas razones.
Existe, pues, una diferencia de criterio en la interpretación del art. 29. ¿Qué había de hacer el Gobierno español? ¿Había de decir a Roma: está bien; el Poder romano piensa que las Asociaciones todas están comprendidas dentro del Concordato, y el Gobierno español piensa que no; pero como el Gobierno español tiene razón y no la tiene el Gobierno romano, el Gobierno español hace lo que tiene por conveniente respecto a esa interpretación? ¿Es así como podía proceder la potestad española enfrente de la potestad de Roma, del Vaticano? Cuando el Vaticano lo único que quería era discutir, cuando decía: la potestad española cree que las Asociaciones comprendidas en el Concordato son tales y cuales, la potestad romana cree que son todas, vamos a discutir, ¿había de decir el Gobierno español: no, yo no quiero discutir, yo tengo razón, tú no la tienes? Eso no se puede hacer.
¿Qué hizo, pues, el Gobierno español? porque para eso, además, citaba la Corte romana el art.45 del Concordato que establece que cuando hay diferentes interpretaciones de un artículo por parte de las dos potestades, se resolverá de común acuerdo. ¿Pues qué remedio tiene el Gobierno español más que aceptar la dilución, que aceptar el art. 45 del Concordato que está vigente? ¿Es que podía decirle que no? ¿No se podía temer con ese motivo y por esa negativa que se dijera que el Gobierno español no tenía razón y que por eso no quería discutir? El Gobierno español no ha tenido más remedio que doblegarse a tratar, que doblegarse a discutir, con el Gobierno romano.
Las demás congregaciones entrarán en la ley común, como se está verificando. Como el Gobierno español cree que tiene razón, y que no la tiene el Gobierno de Su Santidad, entiende que además aplicará la ley común a aquellas Congregaciones religiosas en que hoy por hoy hay necesidad de tener una especie de tregua. El decreto quedará cumplido en cuanto a todas las Asociaciones religiosas, y aquellas que con carácter religioso se han establecido, que son muchas, dentro de poco tiempo, en totalidad y en definitiva, creo que todas entrarán en la ley común.
Como al mismo tiempo se está discutiendo la modificación del Concordato y en ella se ha de tratar de la situación legal que las Corporaciones religiosas han de tener en España, no sólo en cuanto a su naturaleza, sino respecto a su número, resulta que no hay que preocuparse de que no se vaya tan deprisa como el Sr. Álvarez desea, y como yo también deseo; pero no es cosa de que precipitemos los sucesos poniéndonos en frente de una potestad que, después de todo, aunque no tenga razón, no ha hecho más que ejercitar su derecho, como nosotros no hemos hecho más que cumplir con nuestro deber accediendo a lo que la Santa Sede ha pedido al Gobierno español.
El Sr. ÁLVAREZ (D. Melquíades): Pido la palabra.
El Sr. PRESIDENTE: La tiene S. S.
El Sr. ÁLVAREZ (D. Melquíades): Nada más que para dar las gracias al Sr. Presidente del Consejo de Ministros por la forma en que me ha contestado, y que no me ha satisfecho. Ya he dicho al Sr. Sagasta que no pretendo defender ahora mi opinión porque esta minoría se reserva exponer la suya en el debate político.
Repito que vivimos en una completa y peligrosa nebulosidad. (Protestas en la mayoría.) Son meras fórmulas, Sr. Sagasta, en la práctica no resultará absolutamente nada, y yo lo siento por el partido liberal porque tenía una tradición, una historia y un compromiso que cumplir, y cuando la opinión democrática se convenza de que los hombres que la representan se encierran en nebulosidades para disimular su pensamiento, yo creo que el país sufrirá una decepción amarga, y que será una herido mortal para el partido que acaudilla S. S.
El Sr. Presidente del CONSEJO DE MINISTROS (Sagasta): Pido la palabra.
El Sr. PRESIDENTE: La tiene S. S.
El Sr. Presidente del CONSEJO DE MINISTROS (Sagasta): Para decir al Sr. Álvarez que esté tranquilo. (Risas) El partido liberal cumplirá todos sus compromisos, como los ha cumplido hasta ahora, con aquella prudencia y atendiendo a aquellas conveniencias que todo Gobierno tiene que respetar. Crea el Sr. Álvarez que se cumplirán sin nebulosidades. Ahora mismo no las hay. Hay un hecho que es muy natural y muy frecuente en las relaciones entre dos países.
Aseguro a S. S. que el partido liberal, en esto como en todo, cumplirá sus compromisos. (El señor Marenco: Como en todo.- Muy bien, en la mayoría.)