100351 |
Legislatura: 1893 |
Sesión: 4 de Junio de 1894 |
Cámara: Senado |
Discurso / Réplica: Réplica |
Número y páginas del Diario de Sesiones: 138, 2621-2622 |
Tema: Tratados de comercio y relaciones comerciales con Alemania y otras Naciones |
El Sr. Presidente del CONSEJO DE MINISTROS (Sagasta): Pido la palabra.
El Sr. PRESIDENTE: La tiene S. S.
El Sr. Presidente del CONSEJO DE MINISTROS (Sagasta): El Sr. Chavarri, en la primera parte del discurso que acaba de pronunciar, se ha hecho cargo de unas palabras dichas en el Congreso por el señor Silvela.
Si nos hubiéramos encontrado en otro país; si hubiera sido otro el orador que las pronunció, yo no habría hecho caso; pero se trata del Sr. Silvela, que reúne excelentes cualidades que yo admiro, y a quien se tiene por ahí, yo no ciertamente, pero se le considera por ahí como un hombre de grandísima intención, y por muchos amigos suyos, hasta de no buena intención (Risas), lo cual yo no creo; y como el Sr. Silvela habló de si yo había recibido favores de mucho peso del Sr. Chavarri, y esto podía dar lugar a una interpretación que a mí ni me favorecía ni me conviene aceptar, por eso yo me hice cargo de esas palabras. De no ser así, ¿para qué había de tomarlas en cuenta?
Conocida es por todo el mundo la íntima amistad que existe entre el Sr. Chavarri y yo; amistad de recíprocas consideraciones, de mutuo cariño y respeto, pero nada más. Yo no he recibido más favores del Sr. Chavarri que los favores de un buen amigo, como el Sr. Chavarri no ha recibido de mí más que esa misma clase de favores; pero de ningún modo favores de gran peso ni de sentido alguno que pueda interpretarse torcidamente. (En la mayoría: Muy bien, muy bien.-El Sr. Marqués de Mochaler: Eso se ha debido contestar en el Congreso al Sr. Silvela.) Esto que digo del Sr. Silvela, se lo he dicho a él cara a cara y frente a frente; y es más, se lo dije sin las salvedades a que me obliga el puesto que aquí ocupo.
Por lo demás, ¿quién duda de que al Sr. Silvela se le atribuye una intención superior y sublime en todas las cosas que dice? No lo duda nadie; todo el mundo se la atribuye; y, como he dicho, hasta sus mismos partidarios. ¿No recuerdan los Sres. Senadores el discurso que en la Academia pronunció el Sr. Pidal, su amigo y correligionario? Por consiguiente, no hay nada en lo que he manifestado, que no le haya dicho yo al mismo Sr. Silvela.
Si se tratara de otro Sr. Diputado o de un Senador, quizás yo hubiera dejado pasar la frase sin ocuparme de ella; pero como repito que al Sr. Silvela se le atribuyen intenciones que no tienen la mayor parte de las veces, y estoy seguro de que en este caso tampoco; y como la frase favores de mucho peso pudiera interpretarse por algunos, yo no quiero admitir en este punto ni dudas ni sombras. (En la mayoría: Muy bien, muy bien.)
Sabe el Sr. Chavarri que siempre nos hemos querido bien y seguimos queriéndonos, sin que por esto haya favor ninguno que ni a él ni a mí pueda en lo más mínimo perjudicarnos, y mucho menos echar ni la más ligera sombra sobre la más exquisita delicadeza; pero por lo visto, mi querido amigo el Sr. Chavarri se ha molestado porque yo haya dicho que es proteccionista respecto a la industria siderúrgica y que en lo demás es librecambista.
No sé por qué se ha ofendido de eso S. S. porque yo no tengo esa intención (y que yo sepa, no me atribuyen la intención que a otros personajes políticos), y por consiguiente ha debido creer S. S. que al hablar yo de la industria siderúrgica y al decir, si lo dije, que S. S. hacía bien bajo el punto de vista de los intereses regionales que representa, no hablé de otros intereses, ni remotamente me acordaba de los intereses particulares que S. S. pudiera tener en esa industria.
Yo dije siempre que S. S. estaba en completísima libertad, que cumplía con su deber al defender sobre todos los intereses regionales del país que representa; y es más, que no cumpliría bien con su deber si no lo hiciera así; pero, Sr. Chavarri, no me acordé para nada, lo digo una vez más, de los intereses particulares que S. S. pueda tener en esa importante industria, pues sabe S. S. que no hay hombre político que me haya dejado atrás en interés hacia esa y todas las industrias que se desarrollan en Bilbao, y en amor por la prosperidad de aquella región.
Lo que tiene es que no soy bilbaíno porque en este puesto no puedo ser de ninguna provincia, sino de todas ellas; en una palabra, español, y sin negar que yo tenga gran predilección por aquella parte de España, en atención a las cualidades de su raza, a su afición al trabajo y a otra porción de consideraciones, y sin ocultar tampoco que estoy dispuesto a proteger con mucho gusto la prosperidad de Bilbao, no puedo menos de manifestar, que no estoy dispuesto a protegerla con perjuicio de las demás regiones de España, y esto es lo que hago ahora.
Yo creo que lo que los señores de Bilbao defendían en el meeting, era muy favorable a la industria siderúrgica de aquel país, pero que perjudicaba notablemente, y hasta entiendo que arruinaría al resto de España si llegara a implantarse: porque hay que tener en cuenta, Sres. Senadores y Sr. Chavarri mi amigo, que lo que en aquel meeting se pedía, era la tarifa 1ª de nuestro arancel por diez años. Pues yo declaro que la tarifa 1ª de nuestro arancel por diez años, es la muerte de la industria agrícola y de la riqueza pública de España, por más que eso pueda favorecer mucho, ya lo creo, a la industria siderúrgica de Bilbao, y en ese sentido no me pareció bien, [2621] ni me lo parece ahora tampoco, lo que en el meeting de Bilbao se acordó; y entendía y entiendo, que las conclusiones del meeting de Bilbao son una cosa malísima y perjudicial para el resto de España y aun para Vizcaya misma, fuera de la industria siderúrgica.
Pero se ha lamentado mi amigo el Sr. Chavarri de que yo, en otras cosas, le haya tenido por librecambista. Pues bien: por efecto de las conversaciones que hemos tenido S. S. y yo, que han sido muchas, porque dada la amistad que nos une, dicho está que hemos hablado de muchas cosas y he creído ver en S. S. una tendencia librecambista en todo, hasta en las cuestiones económicas. No hay más sino que S. S. dice: yo soy librecambista para todo y para todos, pero a condición de que también para todos se tire de la cuerda.
Ahora dice S. S.: a nuestros hierros en lingotes no se les deja ir por el camino del libre cambio, que es por donde el país pudiera tener una gran prosperidad, puesto que por ese camino del libre cambio no podrían venir del extranjero.
En esa parte tiene razón S. S., pero ¿qué quiere decir esto? Que la tendencia, el espíritu y los sentimientos de S. S. son librecambistas para todo y para todos, pero que por razones y consideraciones dignas de respeto, dice: yo quiero gran protección para la industria siderúrgica, lo cual no quita, repito, para que S. S. en sus tendencias y en su espíritu vaya por el camino librecambista.
Pero aparte de esto, no sería ofensa para S. S. que en cierto sentido sea librecambista y en otro proteccionista, porque no conozco español que no sea lo mismo, ni región que no sea proteccionista cuando le conviene y librecambista cuando le interesa. Pues eso es lo que pasa a todos los españoles, y por consiguiente al Sr. Chavarri, y no ha debido ofenderse S. S. por eso.
Por lo demás, yo no me he quejado absolutamente para nada, de que S. S., dentro del partido liberal, haya tomado el camino que ha emprendido; tan no me he quejado, y tan me ha parecido natural en S. S., que a pesar de la amistad que nos profesamos y de la frecuencia con que nos vemos, a S. S. ni una sola palabra sobre ese asunto, lo cual prueba que dejo a S. S. pensar en esa materia como crea que es más conveniente para los intereses del país que representa. ¿Piensa de una manera contraria a la mía? Enhorabuena; nada tengo que decir, pero no es ésta la cuestión. A mí me decía en la otra Cámara: ?aunque se quiera dar dictamen, no se puede, porque los liberales están en minoría, y de los cuatro hay uno que no firmará?; como echando la carga y la responsabilidad sobre S. S., y a eso contestaba yo: que se comprometan los conservadores a dar dictamen, que los amigos y correligionarios míos lo firmarán; y si alguno se opusiera, ya no se trata de opiniones que están en libertad de defender y sacar triunfantes, sino que se tratará de poner dificultades al Gobierno de su partido, y como en esto no han de ir más allá que sus enemigos, comprenda S. S. la situación terrible en que me encontraba.
Se trata de que no se puede dar dictamen por un amigo nuestro, por un liberal; pues bien, la responsabilidad sería para ese liberal; pero siendo correligionario mío, y diciendo que yo era su jefe, parecía que yo veía con aquiescencia, si no con benevolencia, con indiferencia al menos, el que pusiera obstáculos, y yo quedaba mal como Presidente del Consejo de Ministros y como Gobierno ante las Naciones extranjeras, que pudieran creer que ese amigo mío seguía esa conducta sin inconveniente por parte mía. Por esta razón tenía yo que hacer protestas y decir: no, el que vaya en ese punto más allá de mis adversarios, no es mi amigo en esa cuestión y tenía que declarar que, en efecto, como amigo mío no lo consideraba.
Por lo demás, piense S. S. como quiera; defienda su pensamiento como mejor lo crea, porque eso a mí no me ofende. Siento que en esto no estemos conformes con S. S. y yo; pero en fin, no lo estamos, y S. S. está en su derecho. Ahora bien; poner dificultades al Gobierno y aún ir más allá, repito, que los mismos adversarios, hasta el punto de que por esta dificultad pudiera haber una obstrucción, no lo puedo yo tolerar sin protesta, que es lo que significan mis palabras.
Yo no quiero entrar ahora a discutir las razones que tiene la Comisión para no dar dictamen; que no ha estudiado bastante la cuestión, que no se han impreso los documentos que ha mandado imprimir, que no ha recibido los documentos que ha pedido, que de los que ha pedido y se la han enviado no se han hecho las copias necesarias y que los funcionarios a quienes se ha encargado esto no han tenido tiempo para ello. Todo eso son cosas que el país tomará en consideración y de las cuales resulta que un tratado de comercio como el actual, o como los actuales, porque son varios, lleva dos meses en el Parlamento, que todavía no se ha adelantado un paso, y creo que es el primer caso que eso sucede contra la voluntad de los Gobiernos.
De eso, el país buscará su explicación, y las consecuencias de esta paralización resulten, también el país las apreciará y de ellas hará responsable a quien lo sea.
Por el pronto, el Sr. Chavarri lo ha dicho: la Comisión necesita estudiar más el asunto; todavía no está en disposición dar el dictamen. Pues bien, esperaremos a que lo dé, y entonces lo discutiremos; pero conste que si no se discute, no es por falta de deseo del Gobierno, ni por falta de trabajos del Gobierno para que así suceda. En último extremo, cada cual quedará en su lugar y cada cual aceptará la responsabilidad que le corresponda.